Google+ ENKMINOS ¡Entrégate a la Aventura!: Un nuevo adversario y varias situaciones adversas.

Un nuevo adversario y varias situaciones adversas.

Tras una extraña noche en el camping de Altomira y de haberme paseado por los callejones de Navajas, su pequeña población, a pies de una colina. Me daba la impresión de haber estado en uno de esos pueblitos agrícolas del medioevo, callejones de piedra, construcciones en su mayoria de muros de grandes rocas, madera y  hierro forjado. Poblacion transitada por tractores en medio del centro histórico al anochecer, terminando las faenas diarias con una buena caña y una tapa en la plaza mayor, parece ser la costumbre.

Con esta memoria y lleno de entusiasmo, tras haber sobrevivido a la invasion gatuna de la madrugada, me tomo el tiempo necesario para preparar todos los equipos y armar las alforjas para continuar el recorrido por la via verde de ojos negros, buscando según mis cálculos la siguiente población donde podría considerar pernoctar en caso de que el agotamiento físico o psicológico me impidieran continuar el trayecto hacia la ciudad de Teruel, ubicada en la provincia del mismo nombre dentro de la comunidad autónoma de Aragon.

 Con la mira puesta provisionalmente en Barracas, una población por la que cruza la via verde, me decido a continuar con ánimos la ruta. A menos de veinte minutos de pedaleo, me encuentro con el embalse donde pretendía acampar, si no hubiese aparecido el camping Altomira. Allí, hago una breve parada para mirar el mapa y apreciar la espectacular vista que se tiene del valle y del pantano.

       
          Embalse del Regajo


Continuo la marcha entrando a un territorio un poco mas montañoso, a medida que bordeaba el pantano, atravesando un par de túneles para sobrevenir el accidentado terreno. Los túneles siempre son motivo de emoción, no se por que, pero es "cool", cruzarlos e imaginar por un momento el antiguo ferrocarril pasar por aquí a toda maquina. Ademas, siempre vas encontrando ruinas relacionadas con la actividad, antiguas paradas, las estructuras abandonadas para cargar los vagones de mineral, o ductos adaptados para llevar el agua a depósitos que servirían para  repostar las maquinarias de vapor de la época. De esta manera siempre logro distraer la mente de la constante y rutinaria marcha, el esfuerzo físico por transportar mi equipaje y mi persona.

Justo cuando caigo en cuenta del aspecto físico del viaje, es cuando sin previo aviso aparece un nuevo adversario, que me haría lenta la marcha, pondría a prueba mi resistencia física y mi voluntad, ya que el, es capaz de desmoralizar a cualquiera, en estas condiciones.  Justo cuando se que estoy por llegar al primer descanso cerca de la explanada de Viver,  empiezan a soplar ráfagas y aparece el viento,  me hace muy  difícil el pedaleo. El viento es tan fuerte que me hace bajar de la bicicleta en varias ocasiones y continuar a pie por tramos, así empieza una etapa que supondría hasta el día, la mas extenuante, debido a que no solamente era viento, sino que también era viento un poco helado.

Al llegar Viver, hago una parada técnica, para llenar mi deposito con chocolate y un bocadillo (sandwich, sanduche, emparedado), y contemplar la explanada de viver, lugar donde tambien coincide la via verde con parte del sendero de gran recorrido 7. Aquí existe la particularidad de que se pueden apreciar elementos conservados de la historia bélica de España. En Viver, se formo un importante frente de resistencia y presencio importantes batallas durante la guerra civil española de 1936, la conocida guerra de Levante. Se pueden observar restos de trincheras y búnkers, estratégicamente ubicadas para detener la avanzada del enemigo.


Con mi deposito de combustible lleno, parto de Viver en busca de la explanada de Barracas, siguiendo en paralelo las vias de renfe que unen Valencia con Teurel, me enfrento nuevamente al intenso viento, con la particularidad de que esta vez, la cuesta es mas pronunciada y se extiende por varios kilometros. Es así, como la paciencia pasa a jugar un papel fundamental en mi actitud para poder superar este tramo del trayecto. La mayoría lo intento hacer pedaleando, pero en repetidas ocasiones me toco ir a pie empujando, total no había ningún apuro. En estos casos es cuando me decía, quien coño me mando a meterme en este peo.


Luego de una hora insufrible logro ver un poco de vida, cuando de pronto se asoman en la llanura unas inmensas hélices, era un campo minado de turbinas eólicas, es decir, estaba en una zona que era propicia para grandes ventarrones. Sin embargo, justamente en esta parte del trayecto me cruce con unos ciclistas que venían, en el mismo plan que yo, pero en sentido contrario. Una pareja de españoles jóvenes que ademas de traer sus alforjas, traían un pequeño remolque, que al asomarme a curiosear, me di cuenta que era un bebe de unos 3 añitos, forrado hasta arriba de abrigos, que dormía plácidamente. Pues hay que ver, que la maternidad o paternidad, no es obstáculo para la aventura.




                                          
                                             Turbinas Eolicas, Barracas

Ya entrado en la explanada de Barracas solo faltaba llegar a su población y a la zona recreativa que tenia pensada, para ubicar mi campamento itinerante y clandestino por supuesto. Al llegar a la población agotado de la jornada, entro a la localidad en busca de una comida copiosa. Es así como sigo una de las reglas elementales de viajeros de carretera, donde hay camioneros, seguro que cumple con las tres B, Bueno, Bonito y Barato.  Así, voy buscando la salida de la población, donde se encuentran estos restaurantes de paso, cuando de pronto, siento la bicicleta ligera como una pluma, seguidamente  escucho un estruendo y la sensación de estar arrastrando algo, para mi sorpresa, mi porta equipajes se había roto, tirando al suelo las alforjas, que seguían colocadas y el porta equipajes seguía sujeto a la bici, por la base. Al analizar rápidamente la situación y ver el daño, se había roto la parte de aluminio que sostiene al porta equipajes por la parte de arriba al cuadro de la bicicleta, bajo el sillín para ser exacto. Hago uso de mis dos mosquetones de seguridad y mi cordino, que empaque en Calpe, y menos mal. Por un segundo me dio la pálida, pensé que el viaje estaba en riesgo de ser cancelado, pero logro resolver con el cordino y los mosquetones rápidamente. Y entro a comer ya que no podía pensar mucho con el estomago vacío.



                                        
                                            Arreglo improvisado


Luego de comer, sin perder mucho tiempo y comprobando el estado de mi porta equipajes, continuo buscado el área recreativa de Barracas, que encontré a media hora de pedaleo de la población de Barracas, aquí llego a las cuatro de la tarde aproximadamente. Recargo agua, descanso, estudio la zona y me doy cuenta que no hay zona de acampada como había creído. Me siento un rato a ver los mapas y estudiar la posibilidad de llegar a la población siguiente mas cercana, estaba muy cerca de la frontera con la provincia de Aragon y estaba consciente de que venia el tramo con mayor desnivel de todos. Así se me paso el tiempo hasta que de repente veo pasar a un ciclista a todo pedal bajando, de pronto se devuelve a tomar un poco de agua, y es así como conozco a Paco, un profesor de matemáticas retirado, de 55 años, quien me dice que aun tiene sed de aventura y que la juventud brota de sus poros, financiado por el "incerso" y el aporte de cuatrocientos euros que el gobierno hace a las personas retiradas, para mi sorpresa viajaba igual que yo, con la tienda a cuestas para poder acampar en donde le agarrara la noche o en los campings. Es así como Paco me animo a quedarme allí y el continuo su camino.

Luego de una rigurosa inspección de la zona me adentro un poco en el bosque y encuentro un lugar ideal para colocar la tienda, ya son casi las seis de la tarde y la noche estaba a punto de caer y dejarme sumergido en un negro intenso. Me apresuro y monto la tienda, preparo todo y salgo al camino a verificar de que el campamento no sea visible. Todo listo para pasar la noche. No hacia mucho frío, estaba muy tranquilo, en comparación con el pequeño ataque de paranoia que me dio en el Monasterio de Gillet.

 Así pues decido que voy a leer un rato dentro de mi saco de dormir, relajado, todo perfecto, hasta que escucho, unos ronquidos a la distancia, o algo así, al poner atención escucho el crepitar de las ramas que se rompen  a medida que los sonidos aumentaban, al darme cuenta ya tenia al animal prácticamente al lado, o al menos así se escuchaba, así pude identificar que eran los gruñidos de un jabalí que suelen haber en habitad salvaje por estas praderas. En ese momento, me quede frío, apague todo lo que tuviese luz y espere a que viniera a curiosear al campamento, prácticamente no respiraba, tenia en cuenta que estos animales son sumamente agresivos, vaya pálida que me dio. Al fin y al cabo después de como media hora sin mover ni un pelo, no volví a escuchar al animal y salí a ver, alumbre con mi frontal en todas direcciones y no pude ver mucho. Aprovechando esta oportunidad, decido aplicar una técnica, algo primitiva y salvaje ya que no tenia ninguna otra herramienta, marque un perímetro alrededor de la tienda de campaña y  lo orine, en plan marcando el territorio, no se me ocurrió nada mejor en el momento y así termino un día con sus altibajos.

                                   
                                       Campamento Barracas